Vida y Martirio

 

 

Infancia y juventud

            Nació el día 20 de abril de 1888 en Vicálvaro (Madrid) en el barrio de la Elipa baja. Sus padres fueron Nicomedes Valverde y María González, naturales de Losana (Soria). Bautizada en la parroquia del lugar, a los pocos días y con los nombres de Francisca Inés de la Antigua. Sus padres son jornaleros y viven sencillamente pero con espíritu religioso. En su adolescencia estuvo en el internado de las Hijas de la Caridad en Alcalá de Henares, allí recibirá una sólida formación cristiana que le ayudará en su acceso a la vida religiosa en el reciente Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora. Los Escolapios dirigían espiritualmente el internado y un padre orientó a Francisca hacia el Instituto, cuando ella manifestó deseos de consagrarse a Dios como religiosa. Solicita la entrada al noviciado de Sanlúcar de Barrameda en la primavera de 1910 y el 28 de agosto vistió el hábito en el todavía "Beaterio de la Divina Pastora de Sanlúcar de Barrameda". Desde este momento toma el nombre de Victoria.

            He aquí el primer juicio escrito que de ella se da: "Sor Victoria. Novicia. Corista. Esta novicia trae mucho adelantado en la vida espiritual. Conoce la vida Religiosa y la practica siendo muy humilde y exacta en el cumplimiento de sus obligaciones. En la clase se conduce bien, siendo por lo tanto su conducta en general buena. De salud bien." La novicia por su parte se siente gozosa de poder solicitar la profesión y emitir votos temporales, hecho que tendrá lugar el 16 de septiembre de 1911. Sor Victoria se sentía feliz.

 

 

Religiosa entregada

            Madre Victoria, desde el primer momento, comienza el camino de la entrega a Dios en el servicio de la educación de los niños y jóvenes, así lo reflejan su escrito a la Superiora General: "En medio de todo estoy contentísima y sólo pido al Señor me dé fuerzas y mucho amor al sufrimiento"

            En 1912 es destinada a la Comunidad de Monóvar (Alicante) llevando una vida de sencillez y servicio, en el anonimato, por sólo tres años, pues en 1915 recibe el destino a Monforte de Lemos (Lugo). Aquí solicita los Votos Perpetuos que los emite el día 17 de septiembre de 1916: será el momento más deseado y lo vivirá con total alegría, pues se trata de la entrega total, que le preparará para la entrega definitiva.

            La joven Congregación de " las Pastoras" se va extendiendo y en 1917 llega a Martos para dotar a este pueblo de un "colegio como los vuestros" dirá el Padre Fundador. Será el Sr. Obispo Administrador Fray Plácido Rey de Lemos quien autorice definitivamente el establecimiento de la Comunidad en la misma casa, propiedad del Obispado, de la que había salido la Agustinas Recoletas por no tener medios para cumplir con su misión. Madre Victoria no forma parte de las cinco religiosas que abren la casa marteña, pero llegará a los pocos meses y permanecerá en ella hasta su muerte, sólo durante los años 1924-1931 estará fuera como Superiora en la casa de Sanlúcar. Madre Victoria, en Martos, será profesora de bordado, labores y pintura, será nombrada Superiora para aquella casa en 1922. El colegio pasará por diversas vicisitudes, dada las legislaciones cambiantes. Fue reconocido en 1927 como Colegio de Primaria, pero en 1934 se tuvo que adherir a SADEL, por la exclusión de los religiosos en la enseñanza. Madre Victoria seguirá siendo la Superiora de la Casa.

 

            Nuestra Religiosa fue una mujer débil físicamente, pero fuerte y robusta en Dios: bajita de estatura, casi diminuta y de salud delicada, aunque no se quejara de ello y siempre siguiendo el reglamento de la vida religiosa. Fue una mujer de fe profunda, confiando siempre en Dios que le daría todo lo que necesitara. Se entregó a la oración diaria y el contacto con el Señor le fortalecía. De espíritu religioso era ejemplo para los fieles que le trataban y para la misma comunidad. Como Superiora, se preocupaba de las demás religiosas y en especial de las más jóvenes y que no les faltaran los medios para ser buenas religiosas. Su amor a la castidad consagrada ha quedado bien patente cuando manifestó en varias ocasiones que no temía a la muerte sino a cualquier atropello que con ella pudieran hacer, refiriéndose el "atropello" a la violación.

 

 

 

 

Persecución

            La respuesta al "levantamiento militar" de 1936 se manifiesta en Martos el mismo 18 de julio con el incendio de la Parroquia de la Virgen de la Villa, hoy Santuario, cuyas llamas se podían observar casi desde todo el término, además de destruir tesoros artísticos fue un aviso inconfundible de lo que podía sobrevenir. En realidad la persecución de todo lo religiosa ya llevaba tiempo; las mismas religiosas tuvieron que desprenderse de sus hábitos para poder dar las clases correspondientes; mucho antes del levantamiento la libertad religiosa y con ella la dignidad, se había perdido. Ese día se hace un registro a la Iglesia de San Francisco, donde asistían a Misa las Religiosas de la divina Pastora; a partir de ahí el Colegio se vio sometido a continuos registros y las religiosas fueron molestadas y tratadas sin respeto. Visto el cariz que tomaban las cosas, la comunidad comenzó a dispersarse: algunas salieron a casa de familias conocidas y de confianza que las acogieron muy bien, otras dos marcharon con salvoconductos a sus respectivos domicilios. Madre Victoria permaneció en el Convento con otras dos religiosas pero, pasados unos días, vieron imposible seguir y salieron igualmente a casa de familias de confianza. Por tres meses permaneció Madre Victoria en los domicilios de las familias Fernández y Camacho, quienes la invitaron a salir de Martos cuando los milicianos descubrieron su domicilio y se hablaba de que iban a detenerla. A esta insinuación Madre Victoria respondía siempre de la misma forma: "Mientras haya una religiosa yo no me marcho de Martos" Su deber, decía, era ayudar a las otras a huir, pero no huir ella la primera, estaba a su servicio como haría una buena madre, por tanto ella sería la última. Sólo aceptará el cambiarse de casa. Fue ella la que salía todos los días a presentarse al Ayuntamiento en nombre de las demás, pues había puesto su palabra de que ninguna marcharía de Martos sin su consentimiento... en realidad estaban todas "presas" en domicilios particulares, la madre llegó a visitarlas diariamente para apoyarlas y animarlas en su espíritu.

 

Detención y cárcel

            En enero de 1937, el Comité miliciano decidió apresar a las religiosas y matarlas, comenzando por las superioras. Esta información le llegó a la Madre Victoria el día 11. El día 12 se levanta con la convección de que se abre el último día de su vida, sale rápido, y no quiere compañía, para visitar a cada una de sus religiosas, despedirse de ellas y darles las últimas recomendaciones. A una religiosa le encargó avisara a la Madre General, le indicara el domicilio de cada y la entrega de las Escrituras de la Casa. Sufrió mucho aquel día y al final no pudo despedirse de todas las demás hermanas, así manifestó a la familia que le acogía: "No me encuentro con valor para despedirme de ellas ¡las quiero tanto!"; además salieron de sus labios aquellas palabras que definían toda su actitud: "Lo que Dios quiera"

            A las ocho de la noche del día 12 se oye un estruendo y llamar con fuerza a las puertas de la casa donde estaba Madre Victoria; he aquí el testimonio de uno de los testigos: "Ellos son, ya lo verán. No se engañó, pues al abrir la puerta se oye decir: ¿No es aquí donde está la Superiora de San Francisco?" Ella, aunque temblando en su cuerpo, se adelantó y dijo con la fuerza de su espíritu ¿Qué desean?. De parte del Sr. Alcalde que venga con nosotros, que le necesita. Subió a su aposento, sabemos que rezó y se preparó a la muerte esperada, se despidió de la familia y se negó a dar dirección alguna del resto de religiosas diciendo: "Mis hijas no han hecho nada, soy yo la responsable de todas y la que debe sufrir lo que a ellas quieran hacer. Lo que tengan que hacer a mis religiosas me lo hacen a mí, A ellas perdónenlas" Salió de la casa, apenas había luz, iba tranquila en medio de dos milicianos.

            La llevaron a la cárcel situada en la plaza del Ayuntamiento, dicen que lloraba no por la muerte que le esperaba, sino como decía por cualquier atropello que pudieran hacerme... En la cárcel encontró a dos trinitarias y a la abadesa de las Clarisas... tres serían martirizadas en el mismo lugar y tiempo: Sor Encarnación, trinitaria ya beatificada, la Madre Rafaela, clarisa y la Madre Victoria, pastora. Las religiosas se alegraron al encontrarse, rezaron el rosario y se animaron mutuamente a vivir en confianza y amor a su divino esposo. La estancia en la cárcel se convirtió para las religiosas en una preparación inmediata al martirio: "fueron horas de oración y constante reflexión confortadora entre las cuatro, tres religiosas y una señora que era buena cristiana, preparándonos para nuestro encuentro definitivo con el Señor, ya que estábamos convencidas del fin que nos esperaba y necesitábamos estar fortalecidas para cuando nos llegara la hora. Puedo testimoniar que estábamos preparadísimas para morir, rogando continuamente a la virgen que nos ayudara, deseando que llegara el momento, fortalecidas en el espíritu, aunque humanamente temblábamos suponiendo todo lo que tendríamos que pasar; por eso orábamos continuamente para que el Señor fuera nuestra fortaleza" (Declaración de Sor Teresa de Jesús Cuenca; pág. 28 de la Positio)

Martirio

            En Martos, el Comité del Frente Popular había abierto varias cárceles, al estilo de checas, además del arresto-cárcel del Ayuntamiento, tales eran la del Cuartel de la Guardia Civil en la Fuente de la Villa y la de San Miguel en el Llanete del mismo nombre; de ellas se hicieron sacas colectivas o "paseillos" individuales que terminaron en asesinatos, verdaderos martirios en muchos casos, colectivos y en muertes a disparos sobre cuerpos maniatados, sin juicio alguno en los diferentes casos.

            En la noche del 12 de enero sacaron a las tres religiosas (Superioras de los tres Conventos) Sor Teresa, la más joven, sería liberada por un miembro del mismo Comité, y las trasladaron a la Iglesia de San Miguel, iban custodiadas por los milicianos y fueron incorporadas a al resto de presos, más de cincuenta, entre ellos varios sacerdotes y otras personas que, avanzada la noche, fueron obligados a subir a un camión "como reses destinadas al sacrificio". Era ya la madrugada del 13 de enero de 1937. Fueron trasladados a las Casillas de Martos, a unos 14 kilómetros, y fueron sacando uno a uno, los cincuenta, y dejaron para lo último a las religiosas, que presenciaron todo el fusilamiento; después les tocó a las religiosas que seguían en humilde oración pidiendo la gracia de Dios... se dice por parte de los testigos que intentaron violarlas sin conseguirlos, que las arrastraron y dieron en la cabeza con la culata, que fueron llevadas hasta las puertas del Cementerio, que era una noche con luna clara y pudieron ver por el suelo los cuerpos de los ya asesinados, que ellas se agarraron fuertemente a las puertas del cementerio y no podían separarlas de allí, que entonces las fusilaron. Fueron muchos los testigos que contaron la tragedia: el Alcalde pedáneo de Las Casillas que decía fueron los asesinos a su casa y allí comieron con las manos aún llenas de sangre; comentarios de los mismos asesinos; alguno que escondido por el monte oyó lo que se decía...

            Hasta el día siguiente estuvieron los cuerpos esparcidos por el suelo y sin enterrar; como el espectáculo horrorizaba nadie quería acercarse al lugar, hasta que el Alcalde de Martos mandó que los enterraran en el mismo cementerio de Las Casillas, donde permanecieron hasta el final de la guerra.

            Finalizada la contienda, los restos de todos los asesinados en el término de Martos fueron llevados a Monte Lope Álvarez, donde los familiares les reconocieron, fueron puestos en cajas y llevados al Cementerio de Martos, allí se depositaron en un mausoleo levantado en honor de los "Caídos por Dios y por España" hasta que reconstruida la Iglesia de la Virgen de la Villa, fueron trasladados a la cripta de la llamada Capilla de los Mártires.

 

Exhumación y lugar donde reposan sus restos

             ¿Qué sucedió con los restos de la Madre Victoria? En el momento de la exhumación de los todos aquellos cadáveres en el Cementerio de las Casillas y posterior traslado a Monte Lope Álvarez y reconocimiento de los mismos, después traslado al Cementerio de Martos, no había, en los distintos momentos, religiosa alguna de la Divina Pastora en Martos, lo que hizo que nadie reclamara o reconociera los restos de la Sierva de Dios, así que fueron introducidos en uno de los halcones allí preparados: no obstante la religiosa trinitaria que estaba presente y que recuperó los de al Beata Encarnación Espejo, dijo que la Madre Victoria estaba como abierta la cabeza con muchos tiros y con la pierna doblada y atada atrás. Así pues los restos de la Madre Victoria fueron depositados, como se ha dicho, con todos los demás en el panteón del Cementerio de Martos "Caídos por Dios y por España" y posteriormente trasladado a la Cripta en la Capilla de los Mártires en la Iglesia, hoy Santuario, de Ntra. Sra. de la Villa.

 

Madre Victoria, una verdadera mártir

            En la mente y en el corazón de los fieles que conocieron o después han conocido los hechos, se considera a la Madre Victoria como una verdadera mártir, de ahí la fama de martirio en torno a ella. Así en la Congregación y en la Ciudad de Martos, dados los testimonios que fueron conociéndose y divulgándose entre el pueblo, ha gozado la Madre Victoria de la fama de mártir por haber dado la vida a causa de la fe en Dios, defensa de su virginidad consagrada a su Esposo Cristo Jesús y porque esto sucedió como consecuencia de un odio a la fe, tantas veces demostrado históricamente, despertado en acciones denodadas contra la Iglesia.

 

            El Instituto Calasancio de la Divina Pastoral, la Diócesis de Jaén, la Ciudad de Martos y la Comunidad Religiosa de las Hijas de la Divina Pastora de Daimiel encuentran en Madre Victoria un nuevo testimonio de fidelidad a la fe recibida en el Bautismo y acrecentada durante toda su vida dentro de la Iglesia. Un ejemplo a seguir y una intercesora para que el Señor aumente nuestra fe.

 

          

         El Proceso sobre el martirio de la Madre Victoria Valverde González se instruyó en la Curia Diocesana de Jaén el 14 de enero de 1996 y se concluyó el 15 de noviembre de 1997; se redactó la Positio super Martirio en junio de 1999 y fue entregada en la Congregación para la Causa de los Santos en enero del 2000. Finalmente, el 13 de octubre de 2013 en la ciudad de Tarragona, tuvo lugar la beatificación de Madre Victoria junto con la de otros mártires.